"Darf ich nicht fragen, mit wem ich das Vergnügen habe, zu sprechen?", fragte der Justizrat. "Ich bin Baccalaureus der Heiligen Schrift!", antwortete der Mann. Diese Antwort war dem Justizrat genug. Der Titel entsprach hier der Tracht; es ist sicher, so dachte er, ein alter Landschulmeister, so ein sonderlicher Kauz wie man sie noch ab und zu in Jütland da oben antrifft. "Hier ist wohl nicht eigentlich der rechte Ort zu ", begann der Mann, "doch bitte ich euch, euch zum Sprechen zu verstehen. Ihr seid gewiss sehr belesen in den Alten!" "O ja, einigermaßen!", antwortete der Justizrat, "ich lese gern alte, nützliche Schriften, aber ich habe auch viel für die neueren übrig, nur nicht für die AIItagsgeschichten, die erleben wir genug in der Wirklichkeit! "Alltagsgeschichten?", fragte unser Baccalureus. "Ja, ich meine diese neuen Romane, die man jetzt hat." "O", lächelte der Mann, "sie enthalten doch viel Geist und werden auch bei Hofe gelesen; der König liebt besonders den Roman von Herrn Ivent und Herrn Gaudian, der von König Artus und den Rittern seiner Tafelrunde handelt. Er hat darüber mit seinen hohen Herren gescherzt!" | -¿Tendríais la bondad de decirme con quién tengo el honor de hablar? -preguntó el consejero. -Soy bachiller en Sagradas Escrituras -respondió el hombre. Aquella respuesta bastó al consejero; el título se correspondía con el traje. «Seguramente -pensó- se trata de algún viejo maestro de pueblo, un original de ésos que uno encuentra con frecuencia en Jutlandia». -Aunque esto no es en realidad un sitio adecuado para mantener conversaciones-prosiguió el hombre-, pero os ruego que os dignéis hablar. Indudablemente habréis leído mucho sobre la Antigüedad. -Desde luego -contestó el consejero-. Me gusta leer escritos antiguos y útiles, pero también soy aficionado a las cosas modernas, con excepción de esas historias triviales; esas pasan suficientemente en la vida real. -¿Historias triviales? -preguntó el bachiller. -Sí, me refiero a estas novelas de hoy, tan corrientes. -¡Oh! -dijo, sonriendo, el hombre-, sin embargo, tienen mucho ingenio y también se leen en la Corte. El rey gusta de modo particular de la novela del Señor de Ivent y el Señor Gaudian, con el rey Artús y los Caballeros de la Tabla Redonda; de eso ha hablado en broma con sus altos dignatarios. |