Wie des
Waldes Laub würden sie fallen und zu
Staub werden. Das Menschengeschlecht sah
er vergehen, wie die Blätter vom Baume
wehen, und neue kamen an deren Stelle. Aber
die abgefallenen Blätter wuchsen niemals
wieder, sie wurden zu Staub oder gingen
in andere Pflanzen über. Was geschah
mit den Menschen, wenn der Engel des Todes
zu ihnen kam. Was hieß es, zu sterben?
Der Körper löste sich auf und
die Seele... Ja, was wurde aus ihr? Wohin
ging sie? "Zum ewigen Leben!",
sagt die Religion zum Troste. Aber wie war
der Übergang? Wo lebte man und wie?
"Oben im Himmel", sagten die Frommen.
"Dort hinauf gehen wir." - "Dort
hinauf", wiederholte der Weise und
sah zu Sonne und Sternen empor.
"Dort hinauf!", und er sah aus
der runden Erdkugel, daß oben und
unten ein und dasselbe waren, je nachdem,
wo man auf der schwebenden Kugel stand;
stieg er hinauf, so hoch wie der Erde höchste
Berge ihre Gipfel erheben, so wurde die
Luft, die wir hier unten klar und durchsichtig
nennen, zu einem kohlschwarzen Dunkel, dicht
wie ein Tuch; die Sonne war wie ein glühender
Ball ohne Strahlen anzusehen, und die Erde
lag von orangefarbenen Nebeln verhüllt.
Hier lag die Grenze für unser körperliches
und seelisches Sehvermögen; wie gering
ist unser Wissen, selbst der Weiseste wußte
nur wenig von dem, was für uns das
Wichtigste ist!
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Como
las hojas del bosque, caerían y se
convertirían en polvo. Veía
desvanecerse el género humano como
desaparecen las hojas de los árboles
y su lugar era ocupado por otras. Pero las
hojas caídas jamás renacían;
se transformaban en polvo, o en otras partes
del vegetal. ¿Qué ocurrió
con los hombres cuando vino el Ángel
de la Muerte? ¿Qué significaba
en realidad morir? El cuerpo se disolvió,
y el alma...
Sí, ¿qué había
sido del alma? ¿Adónde iba?
«A la vida eterna», responde,
consoladora, la Religión. Pero, ¿cómo
se hacía el tránsito? ¿Dónde
se vivía y cómo? «Allá
en el cielo - contestaban las gentes piadosas.
-Allí es donde vamos». «¡Allá
arriba!- repetía el sabio, levantando
los ojos al sol y las estrellas.
¡Allá arriba!» - y veía,
dada la forma esférica de la tierra,
que el arriba y el abajo eran una sola y
misma cosa, según el lugar en que
uno se hallaba en la flotante bola terrestre.
Si subía hasta el punto culminante
del planeta, el aire, que acá abajo
vemos claro y transparente, el «cielo
luminoso» se convertía en un
espacio oscuro, negro como el carbón
y tupido como un paño, y el sol aparecía
sin rayos ardientes, mientras nuestra tierra
estaba como envuelta en una niebla de color
anaranjado.
¡Qué limitado era el ojo del
cuerpo y lo del alma!
¡Qué pobre es nuestra ciencia!
El propio sabio sabía bien poco de
lo que tanto nos importaría saber.
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