Dritte
Geschichte - Des Wächters Abenteuer
"Da liegen wahrhaftig ein Paar Galoschen!",
sagte der Wächter. "Die gehören
sicher dem Leutnant, der hier oben wohnt.
Sie liegen gerade bei der Tür!"
Gern hätte der ehrliche Mann geläutet
und sie abgeliefert, denn es war noch Licht,
aber er wollte die anderen Leute im Hause
nicht wecken und deshalb ließ er es
sein. "Das muss schön warm sein,
so ein paar Dinger anzuhaben!", sagte
er. "Sie sind so weich im Leder!"
Sie passten gerade an seine Füße.
"Wie merkwürdig ist doch die Welt
eingerichtet. Nun könnte er sich da
oben in sein gutes Bett legen, aber nein,
er tut es nicht. Auf und ab trabt er auf
dem Fußboden! Das ist ein glücklicher
Mensch! Er hat weder Frau noch Kind. Jeden
Abend ist er in Gesellschaft. Ach, wäre
ich doch er, ja, dann wäre ich ein
glücklicher Mann!"
Als er seinen Wunsch aussprach, wirkten
die Galoschen, die er angezogen hatte, und
der Wächter ging in des Leutnants ganze
Person und Denkweise über. Da stand
er oben im Zimmer und hielt ein kleines
rosenrotes Papier zwischen den Fingern,
worauf ein Gedicht stand, ein Gedicht von
dem Herrn Leutnant selbst; denn wer wäre
nicht einmal in seinem Leben in der Stimmung
zum Dichten gewesen, und schreibt man dann
seine Gedanken nieder, dann hat man die
Verse! Hier stand geschrieben: |
tercera
historia - La aventura del vigilante nocturno
«¡Si son unos chanclos de verdad!
-exclamó el vigilante-. Serán
del teniente que vive allí arriba.
Están directamente delante de la
puerta». El buen hombre tuvo la intención
de llamar y entregarlos, pues en el piso
había luz; pero, temiendo despertar
a los demás vecinos, no lo hizo.
«¡Qué calentito debe
sentirse uno con estas cosas en los pies!
-dijo-. El cuero es muy suave».
Le venían bien. «¡Qué
extraño es el mundo! El teniente
podría meterse ahora en su cama bien
caliente, pero no señor, ni se le
ocurre. Está paseando por la habitación;
éste sí que es un hombre feliz.
No tiene mujer ni hijos, y cada noche va
de tertulia. ¡Qué dicha estar
en su lugar!».
Al expresar este deseo, obró el hechizo
de los chanclos que se había calzado
y el vigilante nocturno pasó a convertirse
en el teniente.
Se encontró en la habitación
alta, con un papel color de rosa en las
manos, en el que estaba escrita una poesía,
obra del propio teniente. Pues todos hemos
tenido en la vida un momento de inspiración
poética, y si entonces hemos anotado
nuestros pensamientos, el resultado ha sido
una poesía.
Aquí estaba escrito: |