Es war
einmal eine stolze Teekanne, stolz auf ihr
Porzellan, stolz auf ihre lange Tülle,
stolz auf ihren breiten Henkel; sie hatte
etwas vorne an und hinten an, den Henkel
hinten, die Tülle vorn, und davon sprach
sie; aber sie sprach nicht von ihrem Deckel,
der war zerbrochen, der war gekittet, der
hatte einen Fehler, und von seinen Fehlern
spricht man nicht gerne, das tun die andern
genug. Tassen, Sahnekännchen und Zuckerdose,
das ganze Teegeschirr würden wohl mehr
an die Gebrechlichkeit des Deckels denken
und von der sprechen als von dem guten Henkel
und der ausgezeichneten Tülle, das
wußte die Teekanne.
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Érase
una vez una tetera muy arrogante; estaba orgullosa
de su porcelana, de su largo pitón,
de su ancha asa; tenía algo delante
y algo detrás: el asa detrás
y el pitón delante, y de esto hablaba.
Pero nunca hablaba de su tapadera, que estaba
rota y encolada; o sea, que era defectuosa,
y a nadie le gusta hablar de los propios defectos,
¡bastante lo hacen los demás!
Las tazas, la jarrita para crema y la azucarera,
todo el servicio de té, a buen seguro
que se había fijado en la hendedura
de la tapa y hablaba más de ella que
de la artística asa y del estupendo
pitón. ¡Bien lo sabía
la tetera! |