Im selben
Augenblick kam ein Mädchen mit einem
großen, glänzend scharfen Messer
in den Garten. Sie ging gerade auf die Tulpen
zu und schnitt eine nach der anderen ab.
"Ach!", seufzte das kleine Gänseblümchen,
"das ist doch schrecklich! Nun ist
es vorbei mit ihnen!" Dann ging das
Mädchen mit den Tulpen fort. Das Gänseblümchen
war froh, daß es draußen im
Grase stand und eine kleine ärmliche
Blume war. Es fühlte sich so recht
dankbar, und als die Sonne unterging, faltete
es seine Blätter, schlief ein und träumte
die ganze Nacht von der Sonne und dem kleinen
Vogel. Am nächsten Morgen, als die
Blume glücklich wieder all ihre weißen
Blättchen wie kleine Arme dem Licht
und der Luft entgegenstreckte, erkannte
sie des Vogels Stimme, aber was er sang,
klang so traurig. Ja, die arme Lerche hatte
guten Grund dazu, sie war gefangen worden
und saß nun in einem Bauer dicht an
dem offenen Fenster. Sie sang davon, frei
und glücklich umherzufliegen, sang
von dem jungen, grünen Korn auf den
Feldern und von den herrlichen Reisen, die
sie auf ihren Schwingen hoch in die Luft
hinauf machen konnte. Der arme Vogel war
in keiner glücklichen Stimmung. Gefangen
saß er im Käfig.
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Al instante
se presentó en el jardín una
muchacha, armada de un gran cuchillo, afilado
y reluciente, y, dirigiéndose directamente
hacia los tulipanes, los cortó uno
tras otro. -¡Qué horror!- se
lamentó la margarita-. ¡Ahora
sí que todo ha terminado para ellos!-.
La muchacha se alejó con los tulipanes,
y la margarita estuvo muy contenta de permanecer
fuera, en el césped, y de ser una humilde
florcita. Y sintió gratitud por su
suerte, y cuando el sol se ponía, dobló
sus hojas para dormir, y toda la noche soñó
con el sol y el pajarillo.
A la mañana siguiente, cuando la margarita,
feliz, abrió de nuevo al aire y a la
luz sus blancos pétalos como si fuesen
diminutos brazos, reconoció la voz
de la avecilla; pero era una tonada triste
la que cantaba ahora. ¡Buenos motivos
tenía para ello la pobre alondra!
La habían cogido y estaba prisionera
en una jaula, junto a la ventana abierta.
Cantaba la dicha de volar y de ser libre;
cantaba las verdes mieses de los campos y
los viajes maravillosos que hiciera en el
cielo infinito, llevada por sus alas. ¡La
pobre avecilla estaba bien triste, encerrada
en la jaula! |