"So
geht es mit dem Schönen in der Welt",
sagte der Dichter, und er sang ein Lied
davon, sang es auf seine Weise, aber niemand
hörte darauf. Deshalb gab er dem Trommelschläger
zwei Schillinge und eine Pfauenfeder; da
setzte er das Lied für die Trommel
um und trommelte es in der Stadt in allen
Straßen und Gassen aus. Nun hörten
es die Leute und sagten, sie verstünden
es, es sei so tief! Und nun konnte der Dichter
mehr Lieder singen, und er sang von dem
Schönen, dem Wahren und dem Guten,
und es wurde in der Kneipe gehört,
wo das Talglicht qualmte, es wurde auf der
frischen Kleewiese im Walde und auf offener
See gehört. Es ließ sich an,
als habe dieser Bruder mehr Glück,
als die beiden anderen es gehabt hatten.
Aber das war dem Teufel nicht recht. Gleich
kam er daher mit allen Arten der Beweihräucherung,
die sich auf der Welt finden und auf deren
Bereitung sich der Teufel so vorzüglich
versteht. Den allerstärksten Weihrauch
schleppte er herbei, der alles andere erstickt
und selbst einen Engel konfus machen kann,
geschweige denn einen armen Dichter. Der
Teufel weiß recht gut, wie er die
Leute zu nehmen hat. Den Dichter nahm er
mit Weihrauch, so daß er ganz aus
dem Häuschen war, und seine Sendung,
sein Vaterhaus - alles, sogar sich selbst
vergaß. Er ging völlig auf in
all dem Räucherwerk.
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-¡Así
se trata a la belleza en el mundo! -dijo el
poeta;
y cantó una canción sobre este
tema. La cantó a su manera, pero nadie
le hizo caso. Por eso dio dos chelines y una
pluma de pavo al pregonero; el hombre transcribió
la canción para tambor y salió
a tocarla por todas las calles y callejones
de la ciudad. Entonces la oyeron las gentes
y exclamaron que la comprendían y que
era muy profunda. Y el poeta pudo cantar más
canciones y cantó de la belleza, de
la verdad y de la bondad; y las canciones
eran repetidas en la taberna, entre el humo
de la lámpara de sebo, y en el prado
plantado de trébol, en el bosque y
a orillas del amplio mar. Todo hacía
pensar que el mozo sería más
afortunado que sus dos hermanos mayores. Pero
eso no le gustó al diablo. Inmediatamente
acudió con todas las clases de inciensos
que pudo encontrar, y, hábil como es
el diablo en la destilación, elaboró
con todos ellos un incienso de olor intensísimo
capaz de ahogar todos los demás olores
y de marear a un ángel, y ni mucho
menos a un pobre poeta. El diablo sabe muy
bien cómo hay que tratar a las personas.
Al poeta se lo ganó con incienso, hasta
que estuviese fuera de sí, y que se
olvidara de su misión, de su casa paterna,
de todo, y aun de sí mismo. Era completamene
absorbido por todo el incienso. |