Die bösen
Mächte fuhren mit Orkangewalt über
der Sonne Baum hin, drangen mit einem Windstoß
durch die offene Tür in die verborgene
Schatzkammer ein.
"Der Wind weht es fort", rief
der Vater und griff um die Hand, die sie
geöffnet hatte.
"Nein", rief sie mit gläubigem
Bewußtsein, "es kann nicht verwehen.
Ich fühle wie sein Strahl tief innen
meine Seele wärmt." Und der Vater
erschaute eine leuchtende Flamme, als der
Staub aus ihrer Hand über die weißen
Blätter des Buches wehte, die von der
Gewißheit des ewigen Lebens Kunde
geben sollten; in blendendem Glanze stand
dort eine Schrift, ein einziges sichtbares
Wort nur, das eine Wort: GLAUBE.
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Con el fragor
del huracán las potencias del mal se
lanzaron contra el árbol del sol, y
en un terrible embate penetraron por la abierta
puerta hasta la cámara secreta.
- ¡Se la lleva el viento! - exclamó
el padre, cogiéndole la mano, que había
abierto.
- ¡No! - contestó ella, segura
de sí misma , el viento no puede llevársela.
Siento en el alma el calor de sus rayos. Y
entonces el padre vio una llama luminosa en
el lugar donde el polvo fulgurante, escapándose
de su mano, volaba a la página en blanco
del libro, aquella página que debía
instruirlo acerca de la certeza de la vida
eterna. Brillando con intensidad deslumbradora
apareció una inscripción, una
única palabra: «Fe». |