Da erschien
der Aufseher des Hauses mit grimmigem Gesicht,
eine ungeheure Peitsche in der Hand, in
der Türe. "Um des Himmels willen,
ihr Hunde, was macht ihr solchen Lärm!
Wisset ihr nicht, daß der Herr noch
schläft?" Und dabei schwang er
die Geißel und ließ sie unsanft
auf den Rücken einiger Stallknechte
und Türhalter niederfallen.
"Ach, Herr!", riefen sie, "seht
Ihr denn nicht? Da bringen wir einen Zwerg,
einen Zwerg, wie Ihr noch keinen gesehen."
Der Aufseher des Palastes zwang sich mit
Mühe, nicht laut aufzulachen, als er
des Kleinen ansichtig wurde; denn er fürchtete,
durch Lachen seiner Würde zu schaden.
Er trieb daher mit der Peitsche die übrigen
weg, führte den Kleinen ins Haus und
fragte nach seinem Begehr.
Als er hörte, jener wolle zum Küchenmeister,
erwiderte er:"Du irrst dich, mein Söhnchen;
zu mir, dem Aufseher des Hauses, willst
du; du willst Leibzwerg werden beim Herzog;
ist es nicht also?"
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Entonces
el veedor de la casa apareció en
la puerta, con cara furibunda y un enorme
látigo en la mano.
-Por el cielo, perros, ¿por qué
hacéis este ruido? ¿No sabéis
que el señor duerme todavía?
Y, agitando el látigo, lo descargó
con rudeza en las espaldas de unos mozos
de cuadra y guardianes.
-¡Ay señor!- exclamaron, -¿no
veis? Aquí traemos un anano, un enano
como no habéis visto otro.-
Al divisar al pequeño, el veedor
del palacio se contuvo con dificultad para
no reír a carcajadas, pues temía
perjudicar su dignidad si se echaba a reír.
Por eso, arrojó con el látigo
a los que quedaban, condujo al pequeño
a la casa y le preguntó por el motivo
de su visita.
Al oír que deseaba ver al jefe de
los cocineros, contestó -te equivocas,
hijito, es a mí, al veedor de la
casa, a quien debes ver; tú quieres
ser enano de cámara del duque, ¿no
es así?
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